Merodeaba yo los estantes de la librería, cuando un libro se me tiró a los brazos; no lo busqué, no conocía a su autor ni su título. No es del tipo que hubiera seleccionado; sólo me coqueteó.
Lo cogí y leí su contraportada. Para mi sorpresa, valiéndose de un tono cordial me ofendió a la vez que me causaba una risa breve.
No me negué; me traje a este coqueto a casa.
Tratado de culinaria para mujeres tristes
“Si los escritores son unos mentirosos que dicen la verdad, el título de este libro cumple con su cometido: no es un tratado, no es de culinaria y, más que para mujeres tristes, parece escrito para mujeres alegres, demasiado alegres.
Sin embargo, es verdad que tiene recetas de cocina, así que en cierto sentido es un manual de culinaria. Y como a veces da risa, es posible que consuele; así puede ser útil para las mujeres tristes, o al menos para las mujeres que conozcan la tristeza.
¿Y los hombres? Bueno, los hombres son unos pobres desterrados de la cocina, así que también a ellos les conviene saber lo que se cuece ahí dentro.”