El poder de la mente

Recuerdo de niño creer en mi poder de comunicación verbal con las hormigas. Yo sabía que les podía hacer un encargo y ellas atendían a mi voz.
Jugaba con ese poder. Tanto que dejaba caer cosas que ellas me alcanzaban de nuevo.
Cuando quise presumir de tal poder, le hablé a mis primos y mis hermanas. Todos estábamos muy pequeños y jugábamos en el patio de mi tía.

Y bien, el “circo” estaba listo para la función. Yo dejé caer el objeto, llamé por ayuda y nada ocurrió. ¡Claro! Debió ser que no escucharon, así que volví a llamar. Los niños se impacientan fácilmente y al cabo de dos segundos perdí su atención.
Yo, derramé alguna lágrima en silencio, y me convencí de mi derrota. Las hormigas se habían enojado conmigo y no me volverían a ayudar jamás.

Hoy entiendo que las hormigas no me ayudaron sencillamente porque no nos comunicábamos. Pero la mente siempre lo creyó.

¿Qué cosas, con las herramientas adecuadas, sería hoy capaz de lograr, de convencerme de hacerlas (tal como cuando quise presumir de mi habilidad con las hormigas)?