El hotel de la vida.

Teniendo una conversación muy amena, convenimos una amiga y yo, en pensar que la vida, si se quiere, puede ser vista como un hotel.

El lobby es ese “día a día” donde llega gente, entran y salen personas con uno u otro fin.
Algunos se registran y se quedan poco tiempo, otros permanecen más tiempo dentro.
Hay quienes se encantan del lugar y vuelven constantemente.

Supongo que también existirá gente que pensará que la tarifa por estar es cara o que el hotel no vale el costo. De igual forma, habrá quienes lo vean barato o poca cosa. Pero sin duda otros tantos sentirán que el lugar es lo justo para ellos. Es decir que te ponen las cinco estrellas.

Las razones por las que la gente llega al hotel también son muy variadas, por ejemplo Fulano viene por diversión y se concentra en el casino, o en la barra del bar. Pero Mengano quería un rato de intimidad y descanso, por lo que se quedó en su habitación y con un libro en la mano se sentó en el balcón. Habrá a quienes el gerente del lugar invita a pasar hasta la cocina, comparten la misma habitación, o les entrega las llaves para el mejor cuarto del lugar.

Igual que la vida, cuando el hotel cierra, la gente deja de pasar por el lobby, ya nadie entra; pero tampoco nadie sale. Los “míos” se irán conmigo. De otros sólo quedará la memoria contable del día que registraron y luego se fueron.