Un "listado" sin pies ni cabeza

Quería hacer un listado de virtudes que deseaba encontrar en una mujer, pero al cabo de un rato replanté algunas de sus líneas.
Revisando hallé unas absurdas, y noté que me faltaban otras tantas. Así que corregí de nuevo.
No me gustaba aún como quedaba, así que lo repasé una vez más.
Noté que estaba dispuesto a pasar por alto algunas de estas líneas, y que todo lo que había estado haciendo previo era casi una negociación: un estira y encoge de requerimientos básicos.
Casi como si estuviera en el mercado eligiendo el mejor shampoo, o decidiendo cuál sería mi mejor carro, o si ésta o aquella pc se ajusta mejor a mis necesidades (como si el “mercado” de féminas fuera tan homogéneo)
Estaba montando mis esperanzas en alas de imposible y locura.
E incluso, es absolutamente cierto que no se lo que quiero (no tan grave, pero cierto). Lo que si se, es aquellas cosas que no deseo en una persona.
No quiero alguien sin aspiraciones ni metas, alguien que no me demuestre autosuficiencia. Y no por comodidad, sino sencillamente porque la salud y vida son frágiles. En esto soy inflexible por experiencia propia.
No quiero una mujer con quien no tenga nada de qué hablar. Yacer en la cama hasta el amanecer, y tocando una espalda con otra, no es precisamente lo que me hace feliz (además sigo escuchando la sentencia de un anciano, y ese consejo lo atesoro).
No quiero una mujer que no tenga ambición (sin caer en clichés al respecto). Podría ser yo quien pierda el norte algún día y sea ella quien me deba sacar del hueco. Podría ser al revés. No deseo una empleada en la casa, sólo quiero alguien con quien turnar las tareas. Un día los trastos, otro la ropa, al siguiente el piso. Luego vos arriba, yo abajo, y luego al revés, de lado también. Turnar, compartir, es una palabra que se me hace hoy más atractiva.
No quiero alguien que quiera hacer lo mismo que yo. De hecho no quiero alguien a quien pedir permiso. Por el contrario, deseo alguien con quien hacer cosas en común, o en su defecto, regalarnos esos sanos espacios para quererme yo también: solo.
No quiero que le guste toda mi música. Pero no quiero que difiera tanto. Lo mismo que mis otras actividades de ocio.
No quiero un secuestro, mis amigos y familia también son parte importante de mi vida.
No quiero a la clásica dama en la calle y puta en la cama. En dado caso las “damas” aburren.
Pero, como digo, todo cambia, incluso mis apreciaciones. La vida me viene a veces con verdades relativas.

Finalmente sólo espero alguien que me excite tanto las neuronas como las hormonas (espero que de todo este sí sea un veredicto final y sin apelaciones).
La forma cómo lo haga, no es ecuación ni debe ser tan rigurosamente ajustada a mis prototipos de pacotilla. Estaré atento para sorprenderme.



“Y sucesivamente así
mientras los grandes temas
dormían el sueño que ellos no durmieron.” M.B.