Nota de la Redacción

A todas luces ya tenemos encima las fechas festivas de fin de año, y por esta razón este servidor se ausentará por algunos días:

-En vista que Santa Claus no existe, toca comprar los regalos
-El cuerpo lo pide, por lo que haré caso al llamado de la arena y el sol
-Hay muchos tamales por comer
-Salidas, visitas a amigos, muchas horas de sueño y descanso
-Otros gustos no planeados pero bienvenidos

Por éstas y otras razones más, hoy "cierro el chinamo".
Les deseo lo mejor en estos días, ojalá tengan el espacio para reponer sus energías, replantearse metas, disfrutar de la fiesta, sacarle el jugo a los seres queridos y hacerles saber el aprecio que les tienen.

De mi parte, un abrazo. Gracias por darse la vuelta por este blog.
¡Nos vemos el otro año.!

Memorias de un tamal....

Una de las tradiciones costarricenses cuando llega diciembre es la de incluir en su dieta los tamales de cerdo. Éstos son un plato que lleva varios ingredientes y que se puede comer tanto en el desayuno, almuerzo, cena o entre comidas.

La elaboración de los mismos se queda para terceros (cuando se compran hechos) o como en el caso de nuestra familia, los hacemos nosotros.

La verdad es que más allá del afán de tragar como desaforados en estas fechas festivas, el hacerlos es un pretexto para compartir todos, reírnos, y estar trabajando alrededor de una mesa por bastantes horas.

Este año, armado con una cámara, me decidí a "documentar" la cita tamalera de mi familia.



El primer paso es de extrema importancia, ya que nadie trabaja con el estómago vacío. El desayuno:







Lo siguiente que hicimos en la mañana fue llevar los ingredientes de la masa al molino, como este tipo de lugares están en peligro de extinción, llevamos nuestros "insumos" hasta Moravia.







De vuelta en la casa, tocaba darle mejor consistencia a la mezcla, y agregarle condimentos, sal, mucho calor y moverla para que no se queme.







Al tiempo que la masa iba estando en su punto, las hojas y las cuerdas para arramar se alistaban en la mesa.







Finalmente todo estaba listo para empezar la tarea, los ingredientes en la mesa, los "trabajadores" (aka nosotros) y pues era cuestión de iniciar.







El primer tamal que preparamos:





Luego de varios la olla estaba llena, e hizo su viaje hacia el disco de la cocina.







Al cabo de varios minutos, los tamales estaban listos, y las primeras "piñas" (pares de tamales) estaban dispuestas en la mesa.







Definitivamente este pasado domingo es uno de esos que uno atesora en la memoria (y aparentemente también lo haré en mi conteo de kilogramos). La familia estuvo super apuntada en la confección de los tamales y sin duda alguna todos terminamos muy felices. Sino me creen, le pueden preguntar a este tamal:

Noc noc.....

Noc noc…. (el vidrio)

-Le ruego que me escuche… Por favor.

Baja el vidrio suponiendo que le pedirán dinero (para variar) y a juzgar por la pinta será para auspiciar el siguiente cigarro. Y en efecto, el tipo, que es bastante joven, le dice que es adicto, que la policía lo apaleó y que tiene muchísima hambre.

Sin embargo algo en su discurso lo vuelve convincente, deben ser los ojos o talvés lo exacto del “cuento”:

-Ahí en frente por cien pesos me venden un pedazo así (con los índices estima unos 10 cm.) de salchichón. Por favor.

Luego de pensarlo por muy pocos segundos, hurga en la bolsa del pantalón, y aún pensando que bien podrían ir a dar con algún vendedor de hierbas, le da algunas monedas que por ahí encontró.

Lo siguiente le deja una sensación extraña: el tipo enloquece, cruza la calle corriendo y evitando carros, y se mete a toda velocidad en una carnicería.

¡Provecho!

Duda ¿existencial?

En la mañana, viniendo hacia el trabajo tuve la oportunidad de observar a una mujer en su carro, y noté que lo que ella hacía era muy común en otras muchas mujeres que he visto.
¿Porqué algunas mujeres abren la boca para poder delinearse los ojos?
Necesito una explicación razonable… porque se me hace gracioso.



¿No les dará miedo que en media tarea se les meta una mosca? jaja

A diez cm. del salón oscuro

Observa rojo. Hay que trabajar, todavía falta mucho por hacer. La tarde no termina.
¡Vamos! Que el tiempo es oro, ya la luz tiene matiz de savia.

La ruta que se suponía recta se torna espiral. El codo en la ingle, la rodilla buscando la nuca. El giro es eterno.
Destellos metálicos lo persiguen. ¡Un estruendo!

Fragilidad, la distancia de minúsculos segundos, quedar a 10 cm. de entrar en el salón oscuro (solo, sin luz y esperando el llamado de eternidad). Los ojos cerrados, el aire arrebatado, el tic tac mudo.
La cabeza al borde de la espiral, y la filosa inercia al acecho.

A diez, ya no centímetros sino metros, desde mi asiento veo al mensajero en ruedo, y a su verdugo de lata dándole caza.

Carta V. 1.0

Querido Niño:

Te escribo a vos porque fijo estás más desocupado para leer. No se que le dio a todo el mundo por escribirle a un viejo gordo vestido de rojo (¡bañazo impostor ese!)
Quiero que sepás que aún no se que pedir, por lo que en próximos días te volveré a escribir. Sólo envío esta misiva hoy para me tengás presente.
Quiero recalcar que he tratado de ser una buena persona este año; en el trabajo, en la casa y en el estudio (etcétera)
Si es cierto que a veces me he hecho de la vista gorda cuando el infame de “Pepe grillo” me hablaba, y es cierto también que no me arrepiento cuando eso fue así. Pero el no escuchar esa voz interna “una vez al mes” no me convierte en una mala persona.
La fiesta no la he dejado, pero si tenés que reconocer que he sido más responsable cuando me da por salir de farra.
Me he quemado las pestañas por ratos estudiando, sólo para tener mi “cartón” lo más pronto posible. Pero más allá del cartón, para aprender más. Y aún así ha habido momentos en que no me he dedicado como era debido. No obstante, me ha sido súper bien.
El trabajo ha tenido sus altibajos, pero he sido perseverante, con todo y que a veces me he desanimado o he querido mandar todo a volar.
En mi familia, reconozco que no soy el hijo ejemplar ni el hermano insigne. Sin embargo “me las traigo”.
Con la iglesia sigo peleado, pero ¿cómo no estarlo? En el fondo creo que hasta vos estás un tanto desanimado viendo la clase de institución que es. No podés culparme por no querer nada con los líderes “espirituales”. Ahí no tengo más que decir.
Con las mujeres he sido muy bueno (a falta de “ligues” y demás oportunidades), así que no hay queja conmigo en ese ítem.

En vista de las circunstancias, no hay forma de probar que no he sido un niño bueno en este 2005.
En los próximos días te escribiré de nuevo para hacerte saber lo que quiero en estas fiestas.

Tuyo,

Apócrifo.

...casi como el cuento de Dickens...

A pesar que el viento ya es innegablemente el característico de diciembre
A pesar que la gente ya se tiró a la calle a gastar sus cinquitos en el comercio para poder vivir la navidad
A pesar que algunos en la familia ya se alistan para hacer los famosos tamales
A pesar que mi casa está llena de rojo y verde
A pesar de todo esto… hace rato que no me entero de la navidad. Como que llega a todo lado, menos a mí.
¿Qué será? ¿Alguna idea?